MOTIVACIÓN ACADEMICA

La motivación escolar constituye uno de los factores psico-educativos que más influyen en el aprendizaje. Esta no se restringe a la aplicación de una técnica o método de enseñanza en particular, por el contrario, la motivación escolar conlleva una compleja interrelación de diversos componentes cognitivos, afectivos, sociales y de carácter académico que se encuentran involucrados y que de una u otra forma tienen que ver con las actuaciones de los alumnos como la de sus profesores. De igual forma es un hecho que la motivación estará presente en todo acto de aprendizaje y en todo procedimiento pedagógico, ya sea de manera explícita o implícita y sólo podrá interpretarse analizando las incidencias y características propias de los actores y comunidad educativa implicada.

La motivación se puede definir como el interés que tiene el alumno por su propio aprendizaje o por las actividades que le conducen a él. El interés se puede adquirir, mantener o aumentar en función de fuerzas que se pueden, manifestar intrínsecos (Internas) y extrínsecos (Externas).



En el primer caso se le denominan intrínsecas y responden a las necesidades del alumno y alumna para su supervivencia, con el fin de cubrir sus necesidades básicas (confianza, afecto, cariño, cuidado, seguridad, identidad, autoestima y autonomía, entre otras). En el segundo caso se le conocen con el nombre de extrínsecas, las cuales atañen a las estrategias utilizadas por el profesorado para el crecimiento, desarrollo y maduración de su alumnado, cuyo culmen y máxima motivación es la formación de su personalidad y su autorrealización como alumno y alumna. Dichas metas están implícitas y reflejadas en los objetivos, contenidos (conceptuales, procedimentales y actitudinales), metodología y actividades propuestas para cada nivel, ciclo o etapa del sistema educativo.


En el contexto académico, según nuestra conducta esté más activada por uno u otro tipo de motivación nos mostraremos más orientados hacia los objetivos, ya que el foco de interés está en aprender y obtener resultado (las notas académicas, pasar una materia etc.), ya que la tarea no es un fin sino un medio para obtener un incentivo o evitar un castigo.  Un grado u otro será determinante de nuestra actitud, influyendo en nuestro comportamiento y nuestro estado emocional.

De esta manera cuando estamos orientados hacemos las cosas por la satisfacción personal de aprender a hacerlas, viviendo las dificultades como retos; sin embargo, cuando estamos orientados al resultado se convierte en un obstáculo, los trabajos puede ser fuente de ansiedad y miedo, podemos hundirnos por los errores cometidos.

La cuestión clave que se ve más afectada por el tipo de motivación son las expectativas de éxito o fracaso que tenemos hacia la académica. Son fruto de nuestra experiencia pasada, nosotros no vivimos las cosas como agentes pasivos, sino que las interpretamos y esa interpretación que realizamos es la base de nuestras futuras expectativas.
Como lo mencionamos anteriormente en el proceso de motivación académica el docente influye dicho proceso, por lo siguiente se recomienda algunas técnicas precisas para motivar a los estudiantes en el aula.

Empezar por conocer a los estudiantes. La presentación inicial de todos los miembros del grupo no sólo es necesaria para intentar conectar con los chicos, sino también para conocer sus fortalezas y debilidades. Sancho recomienda, para el primer día de clases, pedir que hagan fichas con su nombre y el interés que tienen por la asignatura y dejar que lo expongan.

Demostrar entusiasmo. “Si estás apático o aburrido, los estudiantes también lo estarán. Dicho entusiasmo viene muchas veces del gusto por la materia o por el genuino placer de enseñar. Se nota cuándo a un profesor le gusta enseñar”, escribe el autor.
Dedicar tiempo a cada alumno. Hay que recordar que cada alumno tiene necesidades y competencias distintas. En la medida de lo posible, intentemos individualizar la enseñanza: reconocer a cada estudiante, checar su trabajo regularmente, apoyar su aprendizaje, e informarle de manera individual sobre su proceso.
Mantener altas expectativas. Es deseable mostrar confianza en los estudiantes con frases de motivación (“puedes hacerlo”) y consejos prácticos (tiempo de estudio, realización de problemas). “Animarlos no sólo a aprobar, sino a aprender”, dice el autor.
Señalar la importancia de la asignatura. Explicar por qué la materia es importante y cómo puede ser de utilidad en su vida profesional.
Variar los métodos de enseñanza. Por todos los medios hay que evitar el aburrimiento y la rutina: intentar que cada clase sea una aventura nueva. Escuchar es importante, pero recordemos que el alumno aprende más haciendo, construyendo, diseñando, creando, resolviendo. “El aprendizaje mejora si se obliga al alumno a utilizar varios sentidos”. Entre las herramientas que se pueden utilizar están la clase magistral con discusión, la lluvia de ideas, el panel de expertos, los videos, la discusión en pequeños grupos, el análisis de casos o prácticas de laboratorio.
Fomentar la participación de los estudiantes con preguntas. Ello aumentará su interés y aprendizaje. Sancho recomienda realizar preguntas relacionadas con el conocimiento, pero también de comprensión (interpretar, describir con sus palabras), de aplicación (resolución de problemas, poner ejemplos), de análisis (identificar motivos, separar el todo en sus partes), y de evaluación (dar opiniones, juicios de valor).
Recurrir al humor. Interrumpir las clases con anécdotas o hacer chistes relacionados con el tema, crea una atmósfera más relajada que favorece el aprendizaje de los alumnos.
Organizar el material de estudio. Un material claro, legible y atractivo motiva al aprendizaje. Unos apuntes desfasados, no actualizados, señalan poca preocupación del profesor.
Contar historias redondas.  Que cada clase tenga un comienzo, un desarrollo y un final. Es frustrante para los alumnos dejar las cosas a medias. Dedicar siempre un tiempo al final para hacer un resumen de todo lo visto.



Para concluir podemos decir que la motivación hacia el estudio les brinda a los estudiantes las habilidades y hábitos necesarios para la apropiación de los conocimientos básicos para enfrentar determinadas tareas con éxito.  De forma general pudiéramos definir la motivación en el ámbito escolar como un proceso psicológico que se basa en la esfera afectiva de la personalidad y permite la orientación dinámica de la actividad hacia un objetivo determinado, condicionada esta por las necesidades y motivos de aprendizaje, movilizando y manteniendo su actitud ante el estudio. En la medida que la misma se dirija de forma correcta a un objetivo bien definido, la actividad educativa se hará más independiente y su resultado será óptimo, de hecho, nuestro país es un ejemplo de ello y como toda obra humana requiere de nuevas transformaciones para obtener resultados superiores.


Elaborado por:
Psi. Karen Diaz



Bibliografía:
·         Addine, Fernández, Fátima. Didáctica y optimización del proceso de enseñanza aprendizaje. (Material para curso de Maestría). La Habana, Iplac, 1998.
·         Alonso Tapia, Jesús ¿Qué es lo mejor para motivar a mis alumnos? Análisis de lo que los profesores saben, creen y hacen al respecto. Ediciones de la Universidad Autónoma de Madrid, 1992.
·         nzález Serra, Diego J. Teoría de la motivación y práctica profesional. La Habana. Editorial Pueblo y Educación. 1995.


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